Se viene a continuación una crónica diferente, más especial que las de costumbre, escrita por alguien a quien echaremos de menos en los campos pero que confiamos en seguir viendo en la grada; con todos vosotros, la crónica de Chechu del que fue, su último partido:
Buenas tardes, ignorante lector. Hoy tengo el corazón – y el teclado – divididos. No sé si contar el partido que se ha jugado, o hablar de las amistades forjadas a lo largo de 30 años en este club.
Dado mi natural agrio, que le den a las amistades, y vayamos al partido.
Así, de primeras, me quito la parte tostón. Hemos ganado, jugando muy bien, pero hoy ha quedado de manifiesto, como siempre dije, que el rugby se basa en la melé. Tienes melé, haces cosas, no tienes melé, las pasas muy negras.
Málaga tenía melé, mucha, y maul. Y sin ánimo de ofender, nada más. Pero solamente con esas dos cosas, han puesto a nuestro equipo A en serias dificultades. Por lo que fuera, había una melé, ellos empujaban como locos, y bien conjuntados, nosotros (me incluyo), retrocedíamos, hacíamos golpe, ellos pateaban a touche, hacían maul, y ensayaban. No puede ser más sencillo.
¿Y eso tiene solución? Claro que la tiene. Pasa porque nuestros ocho muchachotes hagan una sentadilla todos al mismo tiempo, y que tengan una seña para hacerla, que cante uno de los tres primeras líneas. Y eso que yo no sé nada de melé, porque como bien ha dicho Alf “No he hundido una melé en mi vida, no me ha hecho falta”. Mentira, he hundido cientos de ellas, casi siempre porque me hacía falta.
Pero, como nuestros chicos juegan muy bien al rugby, a una velocidad endiablada, y son groseramente jóvenes y duros, pues hemos marcado más puntos que el contrario, y listo. Me gustaría decir que con esta victoria ya estamos matemáticamente salvados, pero al ignorarlo todo al respecto, me callo (¡Me callo! ¡Ahhh, qué bueno!¡Yo, callarme! Si es que cuando me sale la chispa, me sale). Yo el único callo que conozco es el que viene en raciones de medio kilo de garbanzos (para uno), una barra de pan (para uno) y una botella de vino (para uno). Y de postre, crema catalana, para que veáis que soy un paladín de las autonomías.
Bueno ¿por dónde iba? Sí, que el partido muy bonito, creo, porque al estar a ras de suelo y sin gafas, no me he enterado de la mitad, y además, como los delegados, aguadores y otros especímenes se ponen delante del banquillo, la verdad es que los partidos se intuyen más que se ven.
Pero me consta que hemos ganado, y que hemos jugado bien a ratos largos, porque se lo oía comentar a mis compañeros de banquillo.
Y yo creo que con eso, pues ya estás, ignorante lector, enterado de lo ocurrido.
Pues ahora, a lo sustancial del partido, es decir:
1.- El calentamiento del equipo A es agotador. No es que cambies el aire, lo que cambias es el pulmón completo.
2.- No contento con eso, Kaba te hace calentar varias veces más durante el partido, acabas hecho un asco.
3.- El agua de la ducha estaba fría. De verdad, señores dueños y mantenedores de la instalación, que uno tiene el cutis como la seda a pesar de la edad, y si quiero firmeza de tejidos, me como los antes citados callos con garbanzos, que son saludables a más no poder.
4.- Hoy había en la grada una cantidad inusitada de gente de edad provecta, vestidos de húsar, con camisetas de todas las épocas del CRM, ignoro la causa. Y berreaban, pero frases inconexas, debe ser la demencia senil, pobrecillos, si hubieran jugado más al rugby, estarían más sanos mentalmente.
5.- El árbitro de hoy es el mejor que he visto en mi vida, no fallaba una, qué hacha. Y encima, ni se inmutaba. Para mí que nuestros muchachos han debido hablar poquísimo.
6.- El tema camisetas hoy no ha dado guerra, al menos a mí, con una triple XL estaba comodísimo, un poco slim fit, pero vamos, que podía respirar y todo.
¿Algo más, algo más? Pues no, yo creo que nada más. El padre de Guido encantador, me ha tratado de vos en toda la conversación, me sentía como el Capitán Alatriste.
Venga, sé que lo estás deseando, ignorante lector. “Vamos, gordopilo, cuenta lo de tus coleguis haciendo el canelo en un pasillo”. Va, lo cuento. Resulta que uno lleva en el CRM más tiempo que el alquitrán de la Plaza de los Jardinillos, y tenía asumido el dolor de rodillas, pero cuando me dolieron las caderas de camino desde el hotel Barceló de Valencia al Oceanographic (200 metros), pensé: “Oye, atontao, tienes 55 años como 55 sacos de …. garbanzos, corres menos que un caracol al que se le ha secado la baba, y cuando chocas con los jugadores contrarios, el que sale volando ahora eres tú, a lo mejor habría que dejar de hacer el ridículo”. Y eso, que me piro del rugby de competición, que no quiero obligaciones de entrenar, que si el domingo no quiero jugar, pues me voy a andar por la sierra como excusa para comer ensaladilla rusa con tinto de verano, que lo que me apetece de verdad es ir los miércoles al entrenamiento de veteranos, y jugar de vez en cuando contra tortugas glosopédicas parecidas a mí.
Y Kaba, que es una víbora, me contó no se qué cuento de que había que organizar un homenaje, bla, bla, bla. Yo, que soy idiota, lo entendí todo mal. Para mí, pegarse un homenaje es gastarse de 90 € para arriba en comer y beber. Y dije que sí.
Y como en todos esos años he tenido la inmensa suerte de coleccionar amigos, excelentes amigos, inmejorables amigos, unos auténticos cabronazos de amigos, pues varios, muchos de ellos, se han juntado hoy para, por una vez, recibir un abrazo. Porque sigo siendo gruñón, cascarrabias, y mal bicho, pero hoy, sin que sirva de precedente, me he emocionado. Claro que sin lagrimita, que hay que ahorrar agua, pero ha sido muy bonito ver a tan ilustres hobbits en mi centésimo decimo primer cumpleaños (¿puede que esta frase no sea completamente original mía? No sé, es una sensación como de deja vu. El que lo pronuncie bien, cobra).
Así que gracias, al club, que me ha convertido en un hombre ….. vale, era de coña, me ha convertido en un tipo entregado al rugby y a la amistad.
Gracias a Kaba, por engañarme.
Gracias a todos los amigos que, pese a sentarles las camisetas fatal, se las han puesto para venir a abrazarme.
Gracias a la grada por gritar frases inconexas.
Gracias a mi contraria por venir a verme sin saber ni papa de rugby y grabar unos videos atómicos, que, pese a no sacarme menos gordo, son muy emotivos.
Y ya.
JUGARON: Los del acta, no os molestéis en pensar, sale en la página de la FER.
ENSAYARON: En el siglo XVIII, José Cadalso (guiño), Gaspar Melchor de Jovellanos (me consta que se la tenía jurada a sus padres por el nombre, lo que debió sufrir), Juan Andrés (¿ese no era cocinero?) y otros.
JUGADOR DEL PARTIDO: Cero posibilidades. Jason Leonard.
VILLANO DEL PARTIDO: The Watchmaker, léase las novelas de la serie de Lincoln Rhyme, de Jeffery Deaver.
RECOMENDACIONES CULTURETAS DE LA SEMANA:
Libro: ¿De verdad? ¿Tengo que decirlo? Anda, tres líneas más arriba.
Música: Future Street, de Martha Redbone. Pseudo soul, y ella es india (americana, no de la India).
Película: Al filo del mañana, de Tom Cruise y Emily Blunt. Es que hoy hemos estado hablando de ella en el tercer tiempo y no me acordaba lo mucho que me gusta.
Receta: Yo he hecho pavo al curry hoy, y me ha quedado que se caga la perra.
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